Enredados en nubes de algodón,
deslizas tus ansias en mi tersura,
despiertas de esta fiera la bravura
y atizo tu fuego como ciclón.
Consumidos por la ardiente pasión,
nos invade un sosiego de ternura,
escanciando la copa de dulzura,
se va calmando nuestra agitación.
Entre sedas yacemos exhaustos,
prodigándonos palabras de amor
y volamos con ternura infinita,
hasta las estrella de nuestro albor.
En tu templo soy la diosa Afrodita
sublime instante, en que no somos dos.
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